domingo, 30 de noviembre de 2014

Y el comandante fue capitán


Sesenta y seis partidos disputados entre el Real Madrid y la Real Sociedad en el estadio Santiago Bernabéu: cuarenta y siete victorias blancas; dieciséis empates y tres derrotas. 169 goles a favor del conjunto 'merengue' y 57, del 'txuri urdin'. Los números, fieles reflejos de la tendencia, se convierten una vez más en aliados perfectos del Real Madrid, que sólo sucumbió en su feudo en las temporadas 90/91 (2-3), 93/94 (0-2) y 03/04 (1-4).

Sin embargo, esta demoledora estadística no es el único argumento que parece apoyar la firme idea de que el Real Madrid se alzará con el triunfo en la tarde de hoy en honor al engrosamiento de la misma. Los blancos cuentan con un refuerzo todavía más letal y seguramente, con más garantías que las cifras y los datos, pues la magia y la grandeza del fútbol, residen, precisamente, en la posibilidad de romper lo establecido, de salirse del guión y de reescribir la propia historia. Por esta razón, más que encomendarse a la generalizada dinámica de los duelos "reales", el equipo que dirige Carlo Ancelotti invocará en la tarde de hoy a la mejor versión de Cristiano Ronaldo. No parece necesario llamar a su figura, pues el luso vive en la continua obsesión de exhibir continuamente el resultado de todo aquello que él mismo ha construido a base des esfuerzo, trabajo y un encomiable afán de superación que han destacado y elogiado aquellos que más le conocen.


Rememorar lo que dio de sí el úlitmo enfrentamiento que midió a Real Madrid y Real Sociedad en el coliseo 'merengue' es una explosión de Cristiano Ronaldoen su más puro estado y es que en un partido con mil frentes protagonistas, el luso tumbaba los muros de la polémica para acabar convirtiéndose en el gran nombre propio.

El inicio del polvorín


Vaya por delante, establecer la situación en la que se llegaba: temporada 2012/13, jornada 17 del campeonato nacional de Liga. Los blancos aterrizaban en La Rosaleda ocupando la tercera posición en la tabla clasificatoria con 33 puntos, por debajo del FC Barcelona, con 49 (16 puntos de ventaja) y delAtlético de Madrid, con 40 (nueve puntos más que los merengues). Con la Ligaprácticamente desechada, tras cuatro derrotas y tres empates, los ánimos en el vestuario blanco se crispaban de forma preocupante para su parroquia. Para más inri, José Mourinho llegaba al coliseo malaguista con una decisión bajo el brazo que haría estallar la tensión contenida: Iker Casillas, guardameta y capitán delReal Madrid, ocupaba el banquillo en favor de un Antonio Adán que pasaba a ocupar un lugar indeseado en el ojo del huracán. La derrota en tierras malagueñas por 3-2 no hizo sino aumentar el malestar existente en el seno de la plantilla y del madridismo.


Pocos habían sido los que habían entendido la suplencia de Casillas y muchos fueron, también, los que lo achacaron a motivos extradeportivos; para otros, aquello era sólo un toque de atención al guardaemta, que reconocía públicamente haber perdido intensidad en los entrenamientos. La gran duda residía en averiguar cuál sería la postura de Mourinho en el siguiente partido, a disputarse en elSantiago Bernabéu, ante la afición 'merengue'. La Real Sociedad se convertiría en testigo de excepción, en un encuentro en el que los 'txuri-urdin'tratarían de aprovechar las aguas revueltas que bajaban en el Bernabéu, una percepción que se potenciaba una vez confirmada la nueva suplencia del portero deMóstoles. Otra vez Adán ocupaba su lugar bajo palos en una agridulce oportunidad que el joven guardameta no pudo disfrutar por todo aquello que envolvía a su titularidad.

La explosión...


No podían haber empezado mejor las cosas para los locales cuando, en el minuto 2,Karim Benzema se plantaba en el área de la Real Soecidad para establecer un tempranero 1-0 en el marcador, un gol que templaba los ánimos de la grada y que sumía a la platea en lo que, a la postre, era lo único importante: el partido. Sin embargo, la fortuna no se mostraba por la labor de permitir que el tormentoso río del Madrid llegase a un lecho sereno en su curso y sí a una serie de rápidos con fuertes corrientes y demoledoras cataratas. A los nueve minutos de arrancar el partido, se sucedería una de las acciones determinantes del mismo, cuando Adánrecibía un mal pase de Carvalho y acababa cometiendo un penalti por derribo aCarlos Vela, que supondría su expulsión por roja directa. A pesar de quedarse con diez sobre el campo, el madridismo recibía enfervorecido la entrada de su capitán, que nada pudo hacer ante la pena máxima que Xabi Prieto ejecutaría para establecer el empate en el marcador. 


Tratando de retomar el control en la nave de un partido alocado por todo cuanto llevaba implícito, ya antes incluso del pitido inicial, Sami Khedira exhbiría sus dotes en la faceta ofensiva para adelantar de nuevo a los suyos a pesar de contar con un jugador menos. Pero de nuevo, la cruel inercia en la que se veía atrapado elReal Madrid asomaba para dar un nuevo azote en uno de esos momentos psicológicamente trascendentales; tan solo cinco minutos después del 2-1 y a cinco del descanso, otra vez Xabi Prieto equilibraba la balanza en el Bernabéu, haciendo justicia al juego de un equipo que estaba dando la cara.


...de Cristiano Ronaldo


A un ambiente que ya llegaba crispado por la pronta pérdida de una Liga que elMadrid ni siquiera pudo pelearle al Barcelona, se había sumado la reiterada suplencia del capitán al concluir prácticamente la primera vuelta; la expulsión deAdán y el serio partido que estaba planteando la Real Sociedad eran la guinda y amenazaban con hacer vivir una jornada histórica, aunque no precisamente de grato recuerdo para el madridismo, si llegaba a consumarse la que hubiera podido ser la cuarta victoria de la Real Sociedad en su historia en el coliseo blanco. Pero entonces apareció él. Cristiano Ronaldo. Cuando el encuentro encarrilaba ya su parte final, el luso dio su particular golpe sobre la mesa en dos minutos mágicos de explosión en su más puro estado. Recibía el portugués un fantástico pase por la banda derecha de Karim Benzema, luchador en la recuperación de un balón, para entrar entre dos defensas rivales y establecer el 3-2 en el marcador, espantando los fantasmas que sobrevolaban, amenazadores, sobre el cielo deChamartín.


Pero la Real estaba con uno más y ya había demostrado que su juego, serio y ordenado, era un rival de garantías para un Madrid mermado por las distracciones y tocado en lo competitivo, así que para evitar nuevos sobresaltos, el portugués se sacó un nuevo recurso, que no por tradicional perdía en importancia ni en espectacularidad; al contrario. El astro de Madeira botaba en el minuto 70 una falta en el pico del área para clavar, de un soberbio trallazo, el balón en el larguero con tal rabia que acababa itnroduciéndose en la portería defendida por Bravo.

Rindiendo honor a la batalla ofrecida, la Real continuó peleando y vio en la figura de Xabi Prieto a su más fiero guerrero, cuando el de San Sebastián anotaba su tercer tanto de la noche seis minutos después del gol de Cristiano, un 'hat-trick', que sin embargo, resultaría insuficiente ante la indomable ambición del portugués, dispuesto a centrar el protagonismo en la victoria de su equipo y no en la la cantidad de factores que amenazaban con seguir enturbiando un ambiente ya de por sí difícil.


El símbolo del brazalete


Si se toma en cuenta que en los 214 partidos que Cristiano Ronaldo ha disputado con el Real Madrid, ha marcado 221 goles, encontrándose entre ellos dos póquers, 16 'hat-tricks' y 29 dobletes sólo en Liga, hablar de los dos tantos en el encuentro ante la Real Sociedad no implica nada especial. Pero si se tiene en cuenta el detalle de que aquella fue la primera y hasta el momento la última vez que el portugués lo hizo en partido oficial con el brazalete de capitán del Real Madrid aferrado a su brazo, el dato adquiere mayor relevancia.



En un club de arraigadas tradiciones como el Real Madrid, el privilegio de ostentar el brazalate de la capitanía pertenece sólo a los más veteranos, a aquellos cuya valía les ha servido para dilatar su estancia en un club cuyo día a día es una contínua prueba al más exigente nivel: resistencia, capacidad, calidad, actitud. Todo cuenta para obtener el beneplácito del férreo público madridsita o vislumbrar el camino hacia el fracaso. Esta es la única razón por la que Cristiano no porta el brazalete de capitán ni siquiera ahora que uno de los que hasta hace poco se distinguía con tal honor -Gonzalo Higuaín- ha abandonado el club. Iker Casillas, Sergio Ramos, Marcelo y Pepe son los llamados a honrar el liderazgo de un equipo sometido a la máxima exigencia pero aunque importante, el brazalete es un símbolo de algo mucho más etéreo y elevado.

Pocos dudan de la capacidad de liderazgo de Cristiano, con o sin brazaletePorque pocos o ninguno son los que dudan, a estas alturas, de la capacidad de liderazgo de un jugador como Cristiano Ronaldo, con o sin brazalete. El luso se echa al equipo a las espaldas cuando más falta hace; sus palabras, son una continua llamada a la exigencia, a la entrega sin reservas; sus expresiones sobre el terreno de juego, estallidos de alegría ante el gol y el triunfo y muecas de rabia y frustración ante la derrota, ante la autocrítica más severa.

Al saltar al terreno de juego aquel 5 de enero donde no estaban presentes ni Casillas, ni Marcelo, ni Pepe ni Ramos -tal era el infortunio en forma de lesión en el conjunto blanco, con especial relevancia en la zaga-, fue Cristiano quien lució el brazalete de capitán, pretendiendo devolvérselo a su legítimo propietario tras la expulsión de Adán en el minuto 9. En la respuesta de un gesto honorable, Casillas reaccionó de igual manera, animando a su compañero a seguir portándolo él y ejerciendo de forma simbólica el rol que ya ejecuta siempre sin signos de por medio. Porque aun sin brazalete, Cristiano Ronaldo es todo un capitán, con permiso de Joseph Blatter, que trataba de dejarle en comandante.

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