Resulta paradójico que la bella extensión de hielo y nieve que conforma laPatagonia sea conocida como 'la tierra del fuego'. Tan paradójico como que la batalla por el dominio mundial del fútbol pudiera dirimirse en los confines del mundo, allá donde ponen fin las fronteras por cuyo reinado luchan los más grandes magos del balompié, los dioses elegidos en el particular olimpo del deporte rey. No obstante, este contrasentido se ve atenuado cuando los contrastes de esa tierra por cuyos centímetros pugnan aún hoy Argentina y Chile, revela que entre su fría visión existe también el árido desierto, el frondoso bosque y los serenos lagos; un sinfín de variedad paisajística tan dispar como las propias selecciones que cada cuatro años se dan cita en el mayor evento futbolístico del planeta. En este inicio, lo que a muchos puede parecerles un contrasentido es relacionar la Patagonia con elMundial pero todo, como el misterio que entrañan sus glaciares, sus estepas y sus vastas extensiones de arena, tiene explicación, un relato que como ya decía Joao Havelange (presidente de la FIFA desde 1974 hasta 1998) "debe tener un valor y esto, sea ficticio o no, es importante para el fútbol".
Y es que nada en el seno del máximo organismo del fútbol planetario da espacio a la oficilidad de un hipotético Mundial disputado en 1942, dato nada extraño si se tiene en cuenta que desde 1938 hasta 1950, el estallido de la Segunda Guerra Mundial relegó a un plano más que secundario la disputa del fútbol; a pesar, incluso, de que la FIFA contase con tres candidaturas sobre la mesa para albergar la cita futbolística, un evento que si bien para muchos no tenía cabida en el momento y la situacón social del mundo, para Jules Rimet (presidente de laFIFA en aquel tiempo) y otros tantos idealistas como él, era la única forma de poner fin al conflicto bélico. A pesar de todo ni la Alemania de Hitler ni Brasil ni tampoco la neutral Argentina se convertirían en sede para la cita balompédica, al menos no de forma oficial.
Gestando el Mundial 42
La duda por que entre los mundiales de Francia 38 y Brasil 50 existiese al menos uno más, disputado en 1942, saltó a raíz de un texto escrito por el periodista argentino Osvaldo Soriano (6 de enero de 1943 - 29 de enero de 1997). De sus escritos, con referencia a una carta enviada por su tío Casimiro, que andaría por aquel entonces en la tierra más austral del plantea, se conoce que la agraciada para albergar la cita mundialista habría sido, finalmente, su propia patria, Argentina, aunque todo se desarrollaría, según él, de una manera mucho más imprevista y particular que los habituales encuentros oficiales entre las selecciones del mundo.La llegada de ingenieros alemanes a La Patagonia acabó propiciando el desarrollo del Mundial 42La construcción de una represa en la localidad de Barda del Medio llevó hasta allí a un grupo de ingenieros eléctricos pertenecientes alTercer Reich con la misión de instalar la primera línea telefónica de la región delPacífico al Atlántico; su objetivo final: establecer comuniación con Berlín. Con estas referencias daría inicio el relato de Soriano. Entre sus enseres, aquel grupo de hombres portaba un balón de fútbol -el primero de válvula automática, según se cuenta-, deporte que practicaban entre ellos y cuyos partidos atrajeron la atención de los lugareños. El 6-1 que los alemanes asestaron aArgentina después de que un hombre llamado Celedonio Sosa aceptase en nombre de la nación platense, hacía difícil pensar que alguien se atrevería a enfrentarse de nuevo a los ingenieros pero tras la disputa de algunos encuentros amistosos entre los allí presentes, estos propusieron el desarrollo del Mundialcorrespondiente a 1942.
La idea llegaría hasta el conde Vladimir Otz, un noble europeo afincado en la zona, con la suficiente ilusión y dinero para ayudar en la ardua misión de organizar un Mundial en una de las tierras más recónditas del planeta. «El Mundial de la Patagonia será recordado dentro de cien años como el evento deportivo más importante del siglo XX. Será la única manifestación capaz de parar la guerra. Aquellos que ahora se ríen de mí, leerán mi nombre en las páginas de los diarios de todo el mundo». La voz del conde habría sido escuchada en una grabación allá por el verano del 41, cuando él mismo recorrió las poblaciones cercanas de la tierra del fuego en busca de 'jugadores' que deseasen tomar parte en tan histórico evento. A la propuesta alemana surgirían las reticencias de los italianos de la zona, llamados a revalidar por tercer año consecutivo el cetro mundial, tras las conquistas oficiales del 34 y el 38, trofeos que ellos, antifascitas, rechazaban al considerar logros de la Italia deMusolini. No obstante, a pesar de las dudas y tras el arduo trabajo del Conde Otz, las selecciones llamadas a disputar la hegemonía del trono futbolístico, dieron un paso al frente en la aceptación del mismo.
Los ingenieros alemanes defendiendo su patria; Argentina, representada por los obreros locales; Polonia, por sacerdotes y obreros allí establecidos; Francia, compuesta según se relata por intelectuales allí afincados y tres chilenos que completarían el combinado galo; España, con los almaceneros del lugar;Paraguay, representada por veteranos de guerra guaraníes en el conflicto conBolivia; Inglaterra, con sus obreros del ferrocarril y los mapuches, pueblo aborigen que habitaba en el sur de Chile y el suroeste de Argentina y que conformarían un octavo combinado sin patria reconocida -a pesar de que el término mapuche viene de 'mapu', tierra y 'che', gente, es decir, gente de la tierra y de origen argentino- ni himno. Para que tan magnánimo evento no cayese en el olvido, Vladimir Otz contrató a un fotógrafo de bodas y demás eventos, llamado Guillermo Sandrini, pieza clave en la historia del que ya es conocido como el'Mundial Olvidado'.
El desarrollo de un campeonato con tintes surrealistas
Conformados los equipos y escogido el escenario, lo único que quedaba por delante, era acondicionar los improvisados campos y que el balón echase a rodar; lo haría después de que limpiasen a machetazo limpio tres terrenos de cien metros con porterías improvisadas que, a falta de recordar las medidas oficiales, se extendían en 10 metros de largo por 2 de alto, sin redes y con el peculiar aribtraje deWilliam Bret Cassidy, hijo del ladrón de trenes y bancos estadounidense,Butch Cassidy, que se había establecido en Argentina tras huir de Estados Unidos. Según los relatos, este señalizaba las faltas con un disparo al aire a falta de silbato, algo nada extraño en partidos que muchas veces iban más allá de lo meramente futbolístico, por muchos intentos del propio Cassidy en que la política quedase al margen de los mismos. Alemania fue, en gran medida, la propulsora delMundial y por tanto, aspirante moral a seguir en 'su' torneo. Los germanos eliminaron a Francia y Argentina en Villa Centenario, convertida en sede para los bávaros. En Barda del Medio, Italia dejó en la cuneta a Paraguay y Polonia, mientras que los mapuches, que habían eliminado a España e Inglaterra en Ruta de la Tierra, se clasificaron directamente para la gran final. No así italianos y alemanes, que dirimirían el que los escritos narran como el encuentro más duro del torneo.
Cassidy sería nuevamente el encargado de dirigir la contienda, junto al propio Soriano y el robo de su dólar de oro antes del inicio de la misma ya daba una buena muestra de que el duelo entre italianos antifascitas y alemanes del III Reich no iba a deparar, precisamente juego limpio. Según los registros, los germanos disputaron el encuentro con casco para protegerse y alfileres en su ropa para salir victoriosos de los enfrentamientos cuerpo a cuerpo con el rival; los transalpinos, por su parte, camuflaron pimienta entre su ropa para lanzarla a los ojos del adversario. Sólo esta última argucia fue descubierta por Cassdiy, que decretó tres penas máximas en favor de Alemania. El ingeniero prusiano responsable de botarlas anotó dos de ellas y certificó la eliminación de una Italia que no iba a poder revalidar título.
No estuvieron exentos los duelos de notas tan llamativas como estrambóticas; desde heridos de bala por indisciplina hasta mapuches que corrían con el balón bajo la camisa hacia la meta rival, ante las atónitas miradas de unos ingleses dispuestos a hacer de su poco práctico 'fair play' su sello de identidad. "La memoria escrita por mi tío flaquea y tal vez confunde aquellos acontecimientos olvidados", relataba Soriano, tratando de justificar las alocadas explicaciones que figuraban en las cartas de su tío. Estas hablaban también de que la bandera germana, que había ondeado más alto que la de ningún otro combinado durante el desarrollo de la competición, amanecía acribillada con salvas de escopeta.
Una fantasiosa final
La gran confianza de Alemania en sus posibilidades se incrementó con el rival que le había tocado en suerte para la gran final; tanto, que los germanos no lo dudaron a la hora de contactar con Berlín tras el logro de haberse visto establecida la línea y poner al día a sus compatriotas del triunfo obtenido ante los mapuches, convirtiéndose así en los nuevos campeones del mundo de fútbol. Cassidy castigó las artimañas mapuches con 6 penaltis en contra, que no pudieron ser lanzados Esta fue la principal razón por la que los alemanes no quisieron suspender el encuentro a pesar de la granizada que estaba cayendo durante el desarrollo del úlitmo y más importante de los partidos. La ausencia de himno oficial en los mapuches, había propiciado que estos llevasen a cabo una danza típica durante los minutos previos al arranque del choque, un ritual no exento de significado a través del cual los aborígenes demandaban ayuda a sus dioses. Y esta llegaría, aparentemtente, aunque de una forma un tanto peculiar: entre el granizo y la oscuridad -el encuentro se prolongó hasta la medianoche-, era imposible divisar los arcos; tanto que el propio Cassidy, árbitro del partido, acabó dándose cuenta rato después de que estos habían desaparecido. Los alemanes aseguraron haber visto a unas mujeres llevándose las porterías y tras enviar a un destacamento a localizarlos -hombres que nunca regresaron-, cuenta el relato queCassidy decretó seis penaltis en contra de los mapuches que no pudieron ser lanzados al no existir objetivo para un balón que acabó desapareciendo también.
El griterío de un partido alocado, disputándose durante horas bajo la tormenta y el barro, dio paso al silencio que siguió al sonido del timbre telefónico, al que atendieron los germanos. El discurso de Hitler, en algún punto de la lejanaAlemania, enmudeció a los curiosos que se agolpaban allí, tan atraídos por el partido como por la línea telefónica pero en ese instante de tregua, cuenta el relato de Soriano que que una de las porterías apreció en lo alto de una colina. Sin rastro tampoco del balón, este caería finalmente desde un punto desconocido y para sorpresa de los alemanes, sobre la cabeza de uno de los mapuches, que enviaba a gol el esférico con un suave toque. Si bien los viejos textos cuentan que este tanto fue anulado por Cassidy, Casimiro afirma en sus relatos que sí subió al marcador, procalamando como campeona del mundo a una tribu de aborígenes sin patria reconocida, himno ni bandera. Un desenlace en absoluto exento del uso del don que caracterizaba a los mapuches, capaces de generar alucinaciones en las mentes de los demás y que habían participado en la Copa del Mundo,convencidos de que en ella estaban los secretos de los conquistadores que habían doblegado a su pueblo tantos siglos atrás.
'Il Mundial dimenticato'
La faceta más tangible y creíble de 'El Mundial Olvidado' la trajeron hasta ojos y oídos de todos dos cineastas italianos: Lorenzo Garzella y Filippo Macelloni. A partir de la investigación desarrollada por el periodista, también italiano, Sergio Lewinski, estos dos reputados directores de cine, ahondaron en una historia mítica, cuya parcela de realidad muchos ponen en entredicho. 93 minutos de duración, que incluyen entrevistas y declaraciones de varias y reconocidas personalidades del mundo del fútbol, tales como Roberto Baggio o Jorge Valdano, entre otros. El punto de partida del que acabaría siendo uno de los grandes reportes en los más conocidos y reputados festivales de cine, pondría aSergio Lewinski de viaje en Argentina, más concretamente en laPatagonia, en una pequeña pulpería de la zona, en cuya pared se colgaba el viejo retrato de dos equipos de fútbol con una inscripción tan llamativa como sorprendente: «8 de noviembre de 1942, Barda del Medio. Partido inaugural de la Copa del Mundo de fútbol Italia-Royal Patagonia».Las explicaciones de Martin Ferri, responsable, por aquel entonces del angosto local, pusieron a Lewinski sobre el punto de partida: "Aquel día fue un día glorioso para los italianos. Aquellos jóvenes, que desafiando al fascismo, llegaron a ese lugar olvidado de Dios y de la guerra para intentar llevarse la Copa Rimet, la misma Italia había ganado en París el año 38», explicaba Ferri, con nostalgia.La aparición del esqueleto de Sandrini, fotógrafo que el Conde Otz había contratado para la inmotalización del Mundial, daría inicio al film de Garzella yMacelloni.Gary Lineker: "La primera Copa del Mundo, aunque no fuera oficial, en la que participó Inglaterra fue aquella de 1942"El fotógrafo abrazaba bajo tierra la cámara que, supuestamente, albergaría en su bobina la disputa del torneo y que actualmente seguiría aún guardada de forma celosa; incluso, según cuenta el documental, también la Copa Rimet (copa del Mundo) habría sido vista en la Patagonia, a pesar de que algunos escritos señalan que durante la guerra, la verdadera Copa de la FIFA estuvo 40 años escondida bajo la cama de Ottorino Barassi, secretario de la Federación Italiana y Vicepresidente de la FIFA, en el intento por evitar que los nazis se la llevasen. "En todo lo que yo escuché hablar de este Campeonato del Mundo de 1942, hay circunstancias muy llamativas. Aquello de los indígenas que hipnotizaban a los atacantes rivales. Y es probable que como el poder es el que elige qué es lo que hay que recordar, ningún poder haya tenido demasiado interés en que esto fuese evocado". Las palabras de Víctor Hugo Morales, radiofonista, tratan de hallar, en el documental, una explicación acerca del desconocimiento del hipotético Mundial 42 que presentan Garzella y Macelloni en su film y es que si bien muchos han oído hablar de él, pocos tienen certeza de su existencia, algo que explica con facilidad Jorge Valdano: "El mito está relacionado al misterio". Otros, como Gary Linker, parecen darle más credibilidad al evento: «La primera Copa del Mundo, aunque no fuera oficial, en la que participó Inglaterra fue aquella de 1942", declara el exjugador del FC Barcelona, entre otros.
¿Mito o realidad?
Debate al margen, lo cierto es que la idea del mito solicita un lugar en la historia del fútbol: el deporte rey como arma de unión frente a la devastadora guerra; la voluntad de los hombres por sobre los conflictos que les separan y la magia que sólo el balompié es capaz de originar dan cabida a lo relatado en "Los cuentos de los años felices", que Osvaldo Soriano publicaba en 1993 y al documental 'Il Mundial domenticato' que Lorenzo Garzella y Filippo Macellonillevaban más tarde a la pantalla. Sea como fuere, lo único cierto es que, como ya señalaba Joao Havelange, el Mundial del 42 "debe tener un valor y esto, sea ficticio o no, es importante para el fútbol".
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