Primera etapa como madridista, desde el 'C'
Siendo el Real Madrid un tren que, por lo general, pasa sólo una vez en la vida de pocos futbolistas, al lucense, esta oportunidad se le dio hasta en dos ocasiones; eso sí, en dos coyunturas muy diferentes. Corría inicialmente la temporada 2000/01 cuando el segundo filial del conjunto 'merengue' reclutaba al por aquel entonces meta del Real Club Deportivo de La Coruña B en sus filas, convirtiéndole, tras los años que acabaría pasando en 'La Fábrica' en un canterano más del conjunto blanco. No empezaron mal las cosas para el lucense en el Real Madrid C, tras acomodarse como titular en el equipo. A pesar de ello, en la siguiente campaña, Diego se marcharía cedido a la AD Alcorcón en una situación contrapuesta que amenazaba con frenar su evolución. La suplencia allí le llevó de regreso al Real Madrid C un año después, en la continuación de la lucha por triunfar en Chamartín. Y de ahí, evolución ascendente hasta el primer filial.
En el Real Madrid B, López volteó la moneda de su fortuna al pasar de apenas contar en el equipo la primera temporada de las allí vividas a disputar la nada desdeñable cifra de 32 encuentros en la siguiente, ascenso incluido a Segunda División. Su buen hacer en el 'B', tuvo como fruto la llamada del primer equipo, en el que lograría acomodarse en la temporada 2006/07 por detrás, eso sí, de un guardameta sinónimo de palabras mayores como Iker Casillas. Diego López sólo pudo disputar la Copa del Rey y ver confirmado su rol de suplente del mostoleño un año después, hasta que finalmente, en 2007, daría por concluida su etapa como madridista para enrolarse en las filas del Villarreal.
El inicio de la tormenta
Por todo lo arduo de la lucha desarrollada en su primera etapa como 'merengue', pocos habrían podido imaginar un regreso ante el mismo desafío: Iker Casillas. En la temporada 2012/13, la última de José Mourinho al frente del Real Madrid, nadie ignoraría la tensa relación existente entre el técnico portugués y el capitán del Real Madrid, que había visto su titularidad relegada en La Rosaleda, en favor, por aquel entonces para los intereses de Antonio Adán,suplente del de Móstoles. A pesar de ver recuperado su hueco en el 'once',Casillas topaba con el infortunio al lesionarse en Mestalla, consecuencia de una jugada fortuita con Álvaro Arbeloa, que le rompía la mano y le condenaba a varias semanas de sequía.
Si bien Antonio Adán se había erigido como un guardameta de garantías, la disputa de todo cuanto quedaba en liza en la temporada, exigía de un portero más experimentado y veterano.José Mourinho pensó entonces en él: Diego López, que había recalado un año antes en elSevilla. Ni siquiera hubo de pensarlo el lucense para saltar al particular abismo delReal Madrid, donde nadie conoce lo que le espera. El nivel de exigencia, los elevados objetivos, la entrega solicitada se convierten en condicionantes que aliñan una presión que no todos son capaces de soportar. Bien lo sabía y lo sabría mejor aúnDiego López.
Contra viento y marea, Diego
Los seis años trasnscurridos desde su marcha, habían dado para ratificar a la persona de Iker Casillas como uno de los mejores porteros del planeta, si no el mejor. López ya había sucumbido ante esta calidad en su primera etapa como 'merengue' pero, conocedor de la fortuna que le sonreía, concediéndole una nueva ocasión de superar y superarse, Diego aceptó el desafío. Su buen hacer en la portería madridista le valió para seguir disfrutando de la titularidad a pesar de que la recuperación de Iker Casillas era ya una realidad. Sin embargo, aquella constatación no sería, sino el principio de una pesadilla, de la que el guardameta lucense ha tratado de mantenerse al margen. La mala relación antes aludida entreCasillas y Mourinho disparó las convicciones acerca de los verdaderos motivos de la suplencia del mostoleño: ¿Jugaba Diego López porque era mejor o porque el banquillo era una forma de castigar la tensión existente entre el entrenador y el capitán de la nave blanca? Las opiniones se disgregaron en una y otra dirección.
La presión se cernía de forma especial y dañina sobre los dos porteros del Real Madrid, acuciados a dar lo mejor de sí sobre el terreno de juego y a pagar con creces el error. Ambos trataron de abstrarese del peso mediático de la situción y poner sus cinco sentidos en su profesionalidad, en la correcta ejecución de su trabajo y en el cumplimiento de sus objetivos. Difícil.
Ancelotti le ratificó
Con la temporada finalizada y la posterior marcha de José Mourinho en favor deCarlo Ancelotti, muchos fueron los que pensaron en un retorno a la titularidad de Iker Casillas. El foco del conflicto o, cuanto menos, parte generadora del mismo se había marchado y sólo cabía esperar que la cosas regresasen a su lugar. Pero para Carlo Ancelotti ese lugar tendría poco que ver con el orden prestablecido que muchos fijaron. Tras el fiasco de la Copa Confederaciones en la final, donde la selección española caía estrepitosamente ante Brasil, Diego arrancaba en la pretemporada 'merengue' como titular, una titularidad que prolongó durante la disputa del campeonato nacional de Liga en la campaña 2013/14. Para sorpresa de muchos, Casillas adquiría el papel protagonista enCopa del Rey y en Champions League.
No se puede decir que las cosas le fueran mal al técnico de Reggiolo con este sistema. Alternando la titularidad en la portería, los blancos conquistaron Copa y Champions y pugnaron por la Liga hasta el final, momento en el que Ancelotti decidió turnar la propiedad de la portería para mantener aCasillas en forma de cara a la importante final de Lisboa que se disputaría tras la conclusión del campeonato nacional de Liga.
El adiós definitivo
A pesar de todo, la situación parecía improrrogable y de nuevo la pretemporada 2014/15 debería erigirse en determinante para clarificar al dueño de la portería blanca. Un dueño que no será, en ningún caso ya Diego López. Pese a la firmeza con la que su representante repetía que el lucense continuaría, este pone punto y final al cumplimiento de sun sueño agridulce y efímero, breve, como todo aquello que se disfruta más pero con la sensación del que, sabiéndose cumplidor de aquello que se le exigía y de un poco más, toma el camino de la despedida.
Diego López deja en el Santiago Bernabéu la impronta de un héroe de sueño efímero, que, sin miedo a los fantasmas del pasado que nublaron su camino en la búsqueda del triunfo, regresó para ver cumplido el anhelo de todo niño que viste de blanco. Diego Lópezsoñó, regresó y cumplió.
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