Genio y figura
“Yo no estoy en contra de los entrenadores blancos en África porque he trabajado con entrenadores blancos. En lo que yo no estoy de acuerdo es en llevar a un entrenador mediocre, un entrenador carpintero de Europa y que me digan que es mejor que yo. Yo no aceptaré eso”. La aseveración es una clara exposición de lo que exhibe la persona de Stephen Keshi. Curado de espantos ante la polémica y vacunado frente a la controversia, al técnico nigeriano no le faltan galones para mostrarse tan seguro en sentencias de este tipo; y es que si si el nombre de Keshino dice gran cosa más allá de las fronteras africanas, en su tierra, el actual seleccionador de Nigeria es todo un ídolo, una leyenda; no en vano es la única persona, junto al ya fallecido exfutbolista egipcio Mahmoud El-Gohary, que ha ganado la Copa Africana de Naciones como jugador y como entrenador. Además, Keshi ha estado presente en las tres que ha conquistado su país. Fue, también, capitán de la primera selección nigeriana que tomó parte en unMundial, el de Estados Unidos 94 en la época más gloriosa de Nigeria.
Para muchos, Keshi es un especialista en clasificar a selecciones para grandes citas en las que luego caen
Stephen Keshi es, pues, uno de esos hombres que no pasa inadvertido, uno de esos entrenadores cuya llegada a nuevos vestuarios lleva tras de sí una pequeña revolución. Para algunos, el nigeriano es un auténtico especialista en clasificar a equipos para grandes citas en las que luego, todas las expectativas generadas a base de buen fútbol y sobre todo de buenos resultados, se derrumban. De esto puede darse buena fe a día de hoy, ya que Keshi ha dirigido, nada menos que a tres selecciones nacionales: Togo, Mali y Nigeria, con trayectorias similares en todas ellas, logrando clasificaciones históricas pero sin rematar el trabajo em la disputa de campeonatos en los que luego estos combinados han desarrollado papeles más bien discretos.
Tal y como se señalaba anteriormente no es difícil deducir que el principio fundamental para Keshi, sobre el terreno de juego y fuera de él, es la frontalidad; lo directo. Relegando la estética a un plano secundario, su llegada a la selección deTogo hizo dar un cambio radical al combinado africano en todos los aspectos: modificó el dibujo, las convocatorias y el juego de un equipo que empezó no destacando precisamente por la belleza de su fútbol pero sí por la consecución de unos resultados que llevaron a Togo a clasificarse por primera vez para unMundial (el de Alemania), que los togoleses ya no disputarían con él en el banquillo, tras el fiasco sufrido en la Copa de África 2006. Mucho más discreto fue su papel con Mali, donde además fue despedido por "comportamiento poco profesional", unas duras palabras que nunca recibieron mayor aclaración.
Fiel a sus orígenes y revolucionario
Su llegada a Nigeria de nuevo supuso una pequeña revolución para su combinado natal. En una selección compuesta eminanentemente por futbolistas militantes en ligas europeas, Keshi fulminó este principio y empezó a dar confianza a jugadores afincados en el campeonato local, un aspecto que le supuso una lluvia de críticas feroces desde aficionados y medios de comunicación; tal fue la revolución de Keshique del primer once alineado en el Mundial de 2010 al primer once que puso en liza en la Copa de África de 2013 sólo repitieron dos jugadores -el guardameta, entre ellos-. A pesar de las críticas, el nigeriano se alzó vencedor de la competición y, "Keshi, en estado puro", abandonó su puesto harto de todo cuanto había tenido que leer y escuchar. Sin embargo, de nuevo en su más pura esencia, regresaba un día después, reconsiderando su decisión.
Formado en Saint Finbarrs College Football Academy, de Lagos, como lateral derecho, Keshi es una clara muestra de que quien no olvida sus raíces adquiere un éxito de gran solidez, el que tiene los pies en el suelo y la memoria firme para aprender de los errores cometidos y atreverse a intentarlo. De ahí, el técnico nigeriano sigue dibujando sobre la selección nacional de Nigeria aquel fantasioso 1-4-2-4 que caracterizase el fútbol de aquellos niños africanos, conscientes de sus limitaciones pero abiertos a soñar con lo imposible. "Nigeria puede ganar el Mundial; los que lo ganan no tienen dos cabezas", aludía el seleccionador, convencido de que, desde el inicio, las posibilidades de unos y otros son las mismas. Para muchos, la afirmación es algo utópica; para Keshi, gran conocedor de todos y cada uno de los jugadores que conforman su plantilla, la que batallará por desarrollar el mejor papel posible en el Mundial de Brasil, es una posibilidad con tanta viabilidad como para cualquier otro combinado.
Antes el equipo que la individualidad. Otro de los principios inamovibles del técnico nigeriano, que en la convocatoria para la próxima cita mundialista, ha rejuvenencido la edad media de su equipo, volviendo a depositar la confianza en jugadores que, si bien no están tan curtidos como otros, sí viajan en volandas de una ilusión capaz de mover montañas; una fórmula que ya le funcionase en la última Copa de Africa de Naciones cuando sólo seis jugadores podían considerarse consolidados, mientras que el resto era un grupo de jóvenes hambrientos de éxito. Ante las dudas y recelos que generan las decisiones drásticas de Keshi, el gran carisma y la fuerte personalidad del nigeriano para defender sus ideas se alzan como mejores avales de un hombre que no pone límite a los suyos ni tampoco a su ambición.
"Nigeria puede ganar el Mundial; los que lo ganan no tienen dos cabezas"
Formado en Saint Finbarrs College Football Academy, de Lagos, como lateral derecho, Keshi es una clara muestra de que quien no olvida sus raíces adquiere un éxito de gran solidez, el que tiene los pies en el suelo y la memoria firme para aprender de los errores cometidos y atreverse a intentarlo. De ahí, el técnico nigeriano sigue dibujando sobre la selección nacional de Nigeria aquel fantasioso 1-4-2-4 que caracterizase el fútbol de aquellos niños africanos, conscientes de sus limitaciones pero abiertos a soñar con lo imposible. "Nigeria puede ganar el Mundial; los que lo ganan no tienen dos cabezas", aludía el seleccionador, convencido de que, desde el inicio, las posibilidades de unos y otros son las mismas. Para muchos, la afirmación es algo utópica; para Keshi, gran conocedor de todos y cada uno de los jugadores que conforman su plantilla, la que batallará por desarrollar el mejor papel posible en el Mundial de Brasil, es una posibilidad con tanta viabilidad como para cualquier otro combinado.
Antes el equipo que la individualidad. Otro de los principios inamovibles del técnico nigeriano, que en la convocatoria para la próxima cita mundialista, ha rejuvenencido la edad media de su equipo, volviendo a depositar la confianza en jugadores que, si bien no están tan curtidos como otros, sí viajan en volandas de una ilusión capaz de mover montañas; una fórmula que ya le funcionase en la última Copa de Africa de Naciones cuando sólo seis jugadores podían considerarse consolidados, mientras que el resto era un grupo de jóvenes hambrientos de éxito. Ante las dudas y recelos que generan las decisiones drásticas de Keshi, el gran carisma y la fuerte personalidad del nigeriano para defender sus ideas se alzan como mejores avales de un hombre que no pone límite a los suyos ni tampoco a su ambición.
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