sábado, 29 de noviembre de 2014

Épica, la victoria del fútbol

La decepción del mazazo asestado en forma de gol rival, el tiempo que corre en contra, las prisas que colman el juego de imprecisiones, el grito que se apaga en las gargantas de la afición. Cuando a todo eso lo combate la perseverancia, la fe inquebrantable, la garra y la lucha sin desazón, llega el tanto que iguala el choque cuando el tiempo prácticamente se consume, el reloj sigue, imparable, hacia el minuto 90 pero el equipo se conjura para un último arreón, las voces del jugador número 12 responden a ese espíritu en busca de lo imposible. Y llega. El gol en el último suspiro, a veces en el tiempo de descuento, el que le da la vuelta a un partido que pocos minutos antes estaba perdido.

La épica es firma de esos encuentros que hacen afición, que colman el orgullo de los fieles que semana tras semana se conjuran en las gradas de sus particulares templos. Son las proezas que hacen grande este deporte, que rubrican partidos para la historia y el recuerdo, que además suelen regalarnos buena esencia de lo que es el 'simple y mero' fútbol, sin las circunstancias que lo rodean, sin especulaciones, sin conformismo. La lucha de unos valientes empujados por sus refuerzos para dejar su impronta en un partido grandioso.

La historia nos ha regalado muchos así y en un fútbol cada vez más comercial, más empresarial, más materialista; con la válvula de su esencia abierta, perdiendo a marchas forzadas el valor de su significado, merece la pena echar la vista atrás y recordar la grandeza de este deporte, con el que algunos equipos nos obsequiaron en forma de un choque épico.

La Furia Roja


En ocasiones el fútbol se muestra como algo en que las gestas que no quedan refrendadas con trofeos caen en un injusto olvido. Otras veces la memoria histórica de aquellos que las vivieron se encargan de perpetuarlas entre las generaciones venideras, como un valioso legado que ha de servir de cimientos a un objetivo cada vez más poderoso. Partidos como el disputado el 21 de junio de 2000, en el que estaba en juego la clasificación de España para la Eurocopa de Bélgica y Holanda, son muestra de lo que siempre ha sido el espíritu aguerrido y combatiente de 'la roja'.


La selección nacional se jugaba su participación en la mencionada competición ante Yugoslavia y la única opción era la victoria. El combinado español fue a remolque durante todo el encuentro. Milošević, Govedarica y Komljenovic adelantaron hasta en 3 ocasiones a la selección yugoslava y el tiempo reglamentario se cumplió con un 3-2 que despedía a la selección española del sueño europeo.

El gol de Gaizka Mendieta en el 94 se presumía como una cruel visión del que nada para morir en la orilla Era el 3-3 (antes habían marcado Alfonso y Munitis). Pero un minuto más tarde apareció de nuevo Alfonso, que con su tanto en el último aliento hizo estallar de júbilo el corazón de España. El sueño se había alcanzado. No obstante 'la roja' caería eliminada frente a la futura campeona, Francia, en los cuartos de final. Un sueño efímero, cuya disolución no ha podido con su recuerdo.

Noche de 'meigas' en Europa


Contrasta de un modo doloroso vislumbrar al Deportivo de A Coruña en el pozo de la segunda divisón y rememorar aquel choque mágico que rindió Europa a sus pies. La nostalgia en Riazor quizás alimente el espíritu de un equipo que pudo con el todopoderoso Milán de Kaká, Shevchenko, Pirlo o Inzhagi en la lucha por reencontrar un lugar entre los grandes.


La conjura había empezado a fraguarse desde el mismo momento en que el conjunto de Irureta encajó una dolorosa derrota en San Siro por 4 tantos a 1, después de que Walter Pandiani adelantase a los gallegos en el marcador. El equipo deportivista necesitaba 3 goles para acceder a la semifinales de la Champions League. De nuevo Pandiani abrió la lata a los 4 minutos de partido. Pero no fue hasta el 35 cuando la afición empezó a ver posible la gesta. Juan Carlos Valerón, emblema de aquel Deportivo, anotaba el 2-0 en uno de los pocos tantos que marcaría de cabeza. En volandas de una afición entregada, Albert Luque cazó el sueño que ya se rozaba, en forma de 3-0 y lo regaló al deportivismo. La guinda la pondría Fran en la segunda mitad con el 4-0 definitivo. Las 'meigas' habían conquistado Europa.

Inconformismo rojiblanco


En los últimos años el Atlético de Madrid parece haber aparcado la lucha por los títulos en pos de mantener una, quizás más importante: la lucha por por sí mismo, por resistir ante las circunstancias que le someten a una continua prueba, por no perder su esencia ni su identidad. Pese a los mazazos -asestados, el espíritu guerrero de un equipo acostumbrado a renacer de sus propias cenizas una y otra vez, no ha dejado nunca de maravillar con gestas en forma de desesperados zarpazos por recordar al mundo una grandeza que se niega a morir bajo el lodo sin luchar.


En aquella ocasión el enésimo envite del destino golpeó a la parroquia rojiblanca con un resultado de 0-3 al descanso frente al F.C Barcelona en el Calderón. Corría la temporada 93/94 y un tal Romario, flamante fichaje azulgrana firmaba los 3 tantos de su equipo en partido liguero. Pero el Atlético de Madrid es uno de esos equipos que no puede dar por perdida una lucha porque de pronto parece que su propio escudo, magullado por mil batallas, les cubre en el camino hacia la épica. En la reanudación 2 tantos de Kosecki y uno de Pedro llevaron al equipo en volandas de un Calderón cimentado en la fe ciega, para igualar el choque. El golpe psicológico pudo con un Barcelona que no logró reaccionar. Y aún quedaba él. A 2 minutos del final, Caminero aparecía para ponerle la puntilla al Barcelona con el definitivo 4-3. El Atlético había vuelto.

Barça: Rey de copas


Mucho ha llovido ya desde aquella temporada 96/97 en la que Barcelona y Atlético de Madrid dirímían en feudo culé el pase a la semifinal de la Copa del Rey pero el espíritu de aquel Barça que hoy camina por Europa y por el mundo con una superioridad casi insultante se forjó en partidos así. En los últimos tiempos, su nivel respecto a los rivales ha hecho pocas veces necesario el recurso de esa heróica que se mezcla con una filosofía y una forma de entender el fútbol que constituyen el ADN culé. Por ello es bueno recordar que cuando la superioridad no basta, el Barcelona puede echar mano de la garra, la casta y la lucha en el fango.


El 2-2 en el Calderón dejaba todo abierto al partido de vuelta pero, a priori, se antojaba como un resultado cómodo para los intereses barcelonistas. Nada que ver con las sensaciones en el descanso, cuando el luminoso del Camp Nou señalaba un 0-3 a favor de los rojiblancos. La salida en tromba del Barcelona lograría recortar distancias con los colchoneros, gracias a los dos goles de Ronaldo. Pero el Atlético de Madrid tomó aquello como un toque de atención y Pantic anotó el cuarto para su equipo (y en su cuenta particular). Lejos de rendirse el Barcelona se echó adelante con todo y Figo, con una fantástica volea, logró colocar a los locales a dos goles de la semifinal. De nuevo Ronaldo anotó el cuarto para el Barça pero aquel empate no era suficiente. Se entraba casi en los últimos 5 minutos de partido cuando apareció Pizzi para derrumbar la grada de un Camp Nou pletórico, exultante e incrédulo aún ante la hazaña de su equipo en un choque que pasaría a la historia.

Carrera de fondo blanca


La gloriosa historia del Real Madrid da para unsinfín de remontadas épicas. La lucha por ser el mejor club del siglo XX exige de una constancia incansable en pos de asegurar lo que se tiene y de no dar nunca por perdido lo que no. Sin embargo la ambición continua del club de Chamartín necesita, muchas veces, contar las victorias por títulos, de modo que siendo así, el madridismo recordará con epecial cariño la Liga conquistada en la temporada 2006/07.


La mayor parte del campenato los blancos la pasaron coqueteando con la tercera y cuarta posición hasta llegar a verse a 6 puntos del líder, el F.C Barcelona. Las eliminaciones en Champions y Copa amenazaban con una temporada lejos de los trofeos, algo que fue directo al orgulloso corazón del madridismo. La remontada empezó a fraguarse en casa del eterno rival, donde Messi evitó la caída del fortín barcelonista anotando el 3-3 definitivo en el último suspiro. A partir de entonces, el Madrid selló un final de temporada épico. El Valencia, primero y el Sevilla después sucumbieron en victorias agónicas de los blancos, primero con el cabezazo de Sergio Ramos, que rompía la igualada ante los ché y después con la remontada en casa frente al equipo sevillano, que pasó de un 0-1 al 3-2 definitivo.

El equipo blanco se movía entre el cielo y el infierno con unos inicios de partido de capa caída y unos finales de ensueño. No fue menos el choque ante el Espanyol en el Bernabéu. El 4-3 final había sido un 1-3 al descanso, que los goles de Van Nistelrooy y Raúl igualaron antes del apoetósico tanto de Gonzalo Higuaín en el último minuto, dando la victoria a los suyos. Ocho días más tarde era el Recre el que ponía a prueba la raza merengue. Los de Capello llegaron a ponerse 0-2 pero el conjunto local logró contrarestar los tantos madridistas y en aquella ocasión fue Roberto Carlos quien se erigió en héroe del partido al anotar el 3-2 definitivo en el último respiro.


Blancos y culés llegaron al último partido con opciones de conquistar el título. Los madridistas dependían de sí mismos pero el Mallorca hizo campeón al Barcelona durante muchos minutos al colocar el 0-1 en el marcador del Bernabéu al tiempo que los culés goleaban al Nástic a domicilio. En un final trepidante, Reyes por partida doble y Diarrá anotaron el 3-1 que hizo campeón a los blancos frente al mundo, la suerte y aquellos que les habían desterrado.

David y Goliath


La épica del fútbol adquiere un mayor significado cuando el que la alcanza es un rival de menor envergadura, a priori, que el vencido. La lucha de aquellos que, aliados con la ilusión y el inconformismo, fijan en su meta un objetivo que para muchos es sólo una utopía; para ellos, un sueño por conquistar. Independientemente del resultado, esa pelea más que digna es una pequeña victoria.


Inolvidable es para muchos la final de la Copa de la UEFA, que enfrentaría al Alavés con el Liverpool. Loshombres de Mané no se resignaron a ver escapar una oportunidad única de entrar en la historia, ni siquiera cuando el vendabal de fútbol inglés puso el 2-0 en el marcador. Iván Alonso saltó del banquillo para recortar distancias en el minuto 27, algo que tuvo una pronta respuesta por parte de McCallister en forma de 3-1.Pero el Alavés se aferraba, incansable a una esperanza que muy pocos vislumbraban. Y la recompensa no tardó en llegar: 2 goles casi consecutivos de Javi Moreno prolongaron la entrega de la corona europea.

Faltaba sólo un cuarto de hora cuando Fowler volvió a decantar la balanza para el conjunto de Anfield y aunque lo fácil hubiera sido bajar los brazos y conformarse con el desarrollo de un choque digno, donde se había dado mucho más de lo esperado, el Alavés siguió retando al destino con un postrero gol de Jordi Cruyff. Aquello supuso una prórroga donde la ilusión sucumbió extenuada. Para la afición, aquello supuso una muestra de orgullo frente al viejo continente, un pequeño triunfo.

Resultaría imposible hablar de partidos épicos sin mentar la final de Champions en el Camp Nou entre Bayern de Munich y Manchester United de 1999 cuando Sheringham en el 90 y Solskjaer en el último minuto del descuento arrancaron la Copa a un Bayern que se había adelantado en el minuto 5 del primer tiempo. De igual manera persiste en la memoria futbolística la remontada del Sevilla frente al Shakhtar Donetsk, en la temporada 2006/07, habiendo de levantar el equipo hispalense el 2-2 el cosechado en el Ramón Sánchez Pizjuán. A la conclusión de aquel partido en tierras ucranianas se llegó al con 2-1 a favor de los locales. Con todo perdido, incluso Palop, el guardameta sevillista subió a rematar el corner, última jugada del partido. Y él fue precisamente el que acabó por convertirse en el gran héroe de la noche al marcar el segundo y provocar una prórroga en la que acabarían venciendo con el tanto de Chevantón. También el 12-1 de España a Malta, convertido ya en un monumento a la fe y la épica, debe estar presente en todo repaso por la materializacón de lo heroico.



Resultaría prácticamente imposible recordar todos los partidos que deberían ser rememorados en honor al más elemental y puro estado del fútbol; no siempre encontraríamos remontadas agónicas e imposibles, aunque probablemente sí sean ese tipo de encuentros los que prueben la fe en lo imposible y hagan creer al aficionado en la magia de un deporte que resiste muy por encima de los factores que le rodean. Es indudable que aquí no están todos los que son pero también es incuestionable que sí son todos los que están.

No hay comentarios:

Publicar un comentario