miércoles, 12 de noviembre de 2014

Dani Jarque: la fuerza de un sentimiento


Siempre se ha dicho que la afición es el jugador número 12. Aquellos que con su aliento, sustentado en el sentimiento sincero por los colores de su equipo, son capaces de llevarlo en volandas hacia victorias imposibles. Desde hace unos años, la afición del Espanyol dejó de ser el jugador número 12 para invertir el orden de estas 2 cifras y convertirse en el 21.

Dani Jarque nos dejaba para siempre. El 8 de agosto de 2009, el mundo del fútbol se detenía, consternado, incrédulo, desolado ante la fatal noticia de la muerte del jugador, de tan sólo 26 años.

En esta ocasión el tópico es sólo una verdad a medias: el tiempo lo cura todo, aunque en ocasiones, el implacable juez de todo hombre sólo es capaz de mitigar un dolor demasiado profundo que además se acentúa cuando llegan fechas para el recuerdo.

Y en este punto se hace inevitable asomarse a la gris ventana de la nostalgia, salpicada de gotas de lluvia o quizás de lágrimas blanquiazules. A través de ella, una sucesión de fugaces imágenes, nos muestran la nítida figura de un hombre que llegó al Espanyol con tan solo 12 años. Él mismo reconocía que por aquel entonces era sólo un niño que se caía al contacto con los rivales. Su pasión por el deporte rey y su constancia acabaron por convertirle en un central fuerte, rápido, contudente e impecable en el juego aéreo; espejo para todos los canteranos periquitos y un ejemplo dentro y fuera de los terrenos de juego.

Cumplidos hoy 2 años de su fallecimiento, quizás lo habitual sería recordar a su persona, efectuar un pausado recorrido por lo que fue su vida y tratar de acercar, de nuevo, todo aquello que nos brindó dentro y fuera de los campos de fútbol. Es lo que requiere todo homenaje.

No obstante, eso no le haría justicia de un modo completo. La marcha de Dani se llevó consigo muchas cosas pero sus 12 años de entrega en el R.C.D Espanyol nos dejaron muchas más, un legado en el que el joven futbolista hubiera deseado que su equipo basase su continuidad: levantar la cabeza, mirar hacia adelante y hacerse un sitio entre los grandes.

Recordar el lugar donde nació, los equipos en los que jugó, su palmarés y el camino que anduvo es importante para comprender todo aquello que le llevó a ser quien fue pero todo eso forma parte de un pasado, glorioso a veces y complicado en otras ocasiones, que le dejan de alguna forma atrás, demasiado lejos; algo que no tenía lugar en la mente de un luchador, de un ganador nato acostumbrado a aprender de las victorias y las derrotas mirando siempre hacia adelante.

14 días antes de su fallecimiento, Dani expresaba el inmenso orgullo que le proporcionaba llevar aferrado a su brazo el símbolo de la capitanía de un equipo al que amaba y al que había dedicado su vida entera. Además, por primera vez desde su llegada al club, podria hacerlo en su casa, en el flamante estadio de Cornellà-El Prat, desde cuyas gradas, el '21' esperaba lo máximo de su afición, de su gente.

Dani aceptaba el brazalete desde el orgullo y la ilusión pero también desde la responsabilidad de saber que sus obligaciones para con el club aumentarían.

El capitán de un equipo de fútbol es el jugador escogido para ser el líder, representando, dentro y fuera de los terrenos de juego, al resto de sus compañeros. Es quien organiza y manda en el equipo conforme a las órdenes del entrenador. Las palabaras que Dani dejó en forma de entrevista son aquello a lo que tal día como hoy, el espanyolismo debe honrar y recordar. Es la forma de mantenerle verderamente entre nosotros. Son las órdenes del capitán:

"Algo tengo claro: exigiré a todos mucho trabajo, ayudas al compañero y generosidad en el esfuerzo".

"Debemos afrontar los partidos con lucha, garra, trabajo y sacrificio. Con esos valores podemos hacer grandes cosas".

"Somos el Espanyol y hay que salir a morder, rascar y demostrar nuestro orgullo".

"El nuevo estadio debe ser una olla a presión para animarnos y presionar a los rivales y los árbitros".

"El Espanyol es un equipo joven con muchas cicatrices y con lecciones aprendidas, como que no podemos bajar los brazos y que, con las pilas puestas, podemos ganar a cualquiera. Ya basta de altibajos. Es ilógico y nos hace mediocres. No lo somos".

"Yo voy a ser uno más".


Estas son las premisas que el capitán dejó a su equipo, a todo su equipo y por encima de todo aquello que Dani se llevó, es de justicia que el espanyolismo se quede con todo cuanto dejó.

6 días antes de abandonarnos pudo jugar en su nuevo estadio, frente al Liverpool. Lo hizo ya con el brazalete de capitán, como si el fatídico destino que nos lo arrebataba de forma tan temprana, quisiera al menos cumplir con la mínima expresión de justicia que podía solicitársele. De esta forma, pudo aunque fuese rozar con los dedos el cumplimiento de 2 de sus más anhelados sueños.

Su juventud y su calidad, así como la nueva etapa que se abría ante él, debían hacernos presagiar un futuro cargado de buenos momentos, de conquistas y recompensas, de sonrisas y también de lágrimas que, como capitán, hubiera sabido enjugar.

Su corazón dejaba de latir hace 2 años pero la esencia de todo aquello que encerraba en él, su amor por el Espanyol, por el fútbol, su espíritu de lucha, de superación, de constancia y lealtad hacia sus colores, continúan latiendo en los más de 40.000 corazones de todos aquellos que recogieron el testigo de su brazalete y que en el minuto 21 de cada partido, evocan su imagen y su nombre.

"El brazalete de capitán es mi recompensa a una vida entregada al Espanyol" 

-Dani Jarque- Descanse en paz.

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